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Texto 1
Texto 2: Las relaciones entre el Imperio romano y China fueron indirectas a lo largo de la existencia de ambos imperios. El Imperio romano y el Imperio chino de la dinastía Han se acercaron progresivamente en el curso de la expansión romana hacia el Antiguo Oriente Próximo y las simultáneas incursiones militares chinas en Asia Central; sin embargo, poderosos imperios intermedios, tales como los partos y los kusháns, mantuvieron a las dos potencias euroasiáticas permanentemente separadas. Por ello, la conciencia del otro siguió siendo escasa y el conocimiento mutuo, difuso.
Solo
se conocen unos pocos intentos de contacto directo a través de las fuentes: en
el año 97, el general chino Ban Chao intentó infructuosamente
mandar un enviado a Roma. Varias supuestas embajadas romanas a China fueron registradas
por antiguos historiadores chinos. La primera de ellas, supuestamente del emperador romano Antonino Pío o del posterior Marco Aurelio, llegó en 166.
El
intercambio indirecto de los bienes de la tierra (la denominada ruta de la seda) y las rutas marítimas,
incluyeron seda china, vidrio romano
y ropa de alta calidad.
En
las fuentes clásicas,
el problema de la identificación de referencias a la Antigua China se ve
agravado por la interpretación del término en latín "Seres",
cuyo significado fluctúa y puede referirse a varios pueblos asiáticos en un
amplio arco de la India en Asia Central a China.
En las fuentes chinas, el Imperio romano fue conocido como "Da Qin",
Gran Qin; al parecer, se pensaba que era una suerte de contra-China en el otro
extremo del mundo. Según Pulleybank, el "punto que debe ser destacado es
que la concepción china de Da Qin estaba confundida desde el inicio con
nociones mitológicas antiguas sobre el Lejano Occidente."
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